Marina García

Novack Djokovic ha sido el foco de todos los medios en los últimos días. A pesar de lo que pudiera parecer, no, no ha sido por su actuación como deportista. El motivo por el cual está en el ojo del huracán es por su intento de saltarse la normativa COVID de Australia. Djokovic trató de entrar al país sin presentar su pauta de vacunación.

Australia reabrió sus fronteras el 1 de noviembre de 2021, pero con restricciones. Todos los ciudadanos y viajeros que quieran acceder a la isla deben presentar un certificado de vacunación en el que se indique: el nombre de la persona, la fecha de nacimiento, la marca de la vacuna y las fechas de inoculación de ambas dosis. Sin esa información no se puede acceder.

Pues bien, el tenista serbio pensó que podría disputar el Australia Open sin ese certificado. Djokovic trató de acceder al país sin vacunar y sin justificar los motivos por lo que no cumplía con la pauta. Aunque todos los deportistas eran conscientes de la necesidad de portar ese documento para poder disputar el torneo.

La solución parece sencilla, ¿no? Si no se ha vacunado, no se aprueba su visa, se le dirige al punto donde todos los viajeros esperan para regresar a sus casas y se marcha a Serbia. Sin embargo, la historia no es tan fácil.

El tenista fue reinstalado en el Park Hotel Melbourne, un hotel de cuatro estrellas donde todos los extranjeros que llegan al país hacen la cuarentena obligatoria de 14 días. Se da la casualidad de que en el complejo está instalado, a su vez, un gran grupo de refugiados. Esto fue considerado como “infame” por parte del presidente serbio Aleksandar Vučić.

Toda esta situación ha generado un tremendo revuelo entre los políticos serbios y la ciudadanía. Tanto en el país del tenista como en el exterior del hotel se han convocado “manifestaciones” durante los cuatro días de “encierro” para exigir la reubicación de Djokovic y su entrada al país. Pero, ¿por qué habría que hacer una excepción por tratarse de alguien famoso?

No llego a entender por qué las normas deberían ser diferentes en función de la popularidad o la cuenta del banco. Las reglas están claras: sin la pauta completa no se entra al país. Entonces, ¿a qué vienen tantas exigencias? Si se tratase de otra persona, seguro que no habría habido ni la mitad de la movilización que ha tenido la cuestión.

Con todo esto, el serbio se ha convertido en una de las figuras antivacunas del momento. Al final, esto es lo más grave. Una persona con su influencia debería dar ejemplo, demostrar que la vacunación es importante y que salva vidas, no infundir el mensaje de que no hay que vacunarse.

Es cierto que Djokovic podría hospedarse en la casa que ya estaba alquilada en la isla evitando así aislarse en el hotel. Cabe remarcar que el alojamiento es una de las principales críticas, ya que desde 2020 se ha empleado para recluir a refugiados y ha sido catalogado de “cárcel” e “incubadora de COVID-19”. No obstante, lo verdaderamente triste es que apenas un puñado de personas habían denunciado estas condiciones antes de que el “Caso Djokovic» saliera en primera plana. Aquí se demuestra, una vez más, que siempre hubo clases.

Días llevan los fans de Novak Djokovic manifestándose en Belgrado en apoyo al tenista. Pancartas con lemas como No hay fronteras que tú no puedas pasar rezan frente al Parlamento de Serbia. ¿Qué es esto? ¿A qué punto hemos llegado de defender a una persona que se salta las normas, por muy famoso que sea?

Gran parte de sus seguidores achacan la decisión del Gobierno australiano a una medida para perjudicar la temporada del tenista. Les acusan de prohibirle la entrada por ser el número 1. Sinceramente, es de vergüenza afirmaciones como esas. De hecho, una deportista española compartió en su Twitter una historia similar a la que se está viviendo con Djokovic actualmente, pero con una diferencia: no eran tan famosos.

Leti Canales, surfista española, narró ayer, 9 de enero, cómo vivieron la entrada en Estados Unidos para la competición del circuito de surf de la WSL mundial. Las órdenes eran claras: pauta completa para todos. Muchos deportistas no pudieron participar porque en sus países no daban una segunda dosis a los que habían pasado la enfermedad, debido a que no les daba tiempo a la segunda inoculación o, simplemente, porque no se querían vacunar.

Se estaban jugando su carrera, muchos puntos estaban en el aire, pero no se cuestionó la medida, no había opción: o las dos dosis, o nada. En su caso todavía fue más dramático porque las normas de entrada en el país cambiaron en medio de la temporada, les avisaron con un mes de margen. Para el Australia Open los tenistas iban advertidos, sabían qué se requería para la entrada en el país desde noviembre.

¿En algún medio salió la noticia de que muchos de los surfistas, tops mundiales, no pudieron entrar? No, ¿verdad? Queda clara la diferencia entre un caso y otro: Djokovic es muy famoso. No hay más, solo existe esa explicación para entender el porqué de todo el lío que se ha montado con esta cuestión.

La sentencia de los jueces australianos no ha hecho más que confirmar lo que ya se sabía: ricos y famosos, otras reglas.

 

Marina García. Jefa de redes sociales e imagen corporativa y redactora.

“Los periodistas servimos para ayudar a los ciudadanos a serlo. A ser libres y capaces de gobernarse a sí mismos”. Joaquín Estefanía

Califica este post