Delta del Ebro. Imagen: Miquel Fabre en Flickr.
- La reubicación de arena se promueve ante el sumergimiento del litoral por las aguas mediterráneas
- Tres zonas del propio delta cederán hasta 360.00 metros cúbicos de material para salvar otras demarcaciones erosionadas
El delta del Ebro se enfrenta a una carencia de sedimentos que ha provocado la necesidad de trasplantes de arenas procedentes de zonas con continua sedimentación, en el borde litoral. Así pues, el objetivo de la reubicación de un total de 360.00 metros cúbicos de material es la salvación de la subida del mar por el recalentamiento de la Tierra.
La iniciativa cuenta con un presupuesto de tres millones de euros que posibilitará que tres zonas del propio delta cedan sus residuos a otras áreas vulnerables y erosionadas. De esta forma, la región del río Ebro será protagonista de lo que se podría denominar como un “autotrasplante”.
El primer motivo que explica la delicada situación del delta es que gran parte de los sedimentos se quedan en los embalses de la cuenca del Ebro. Llegan 30.000 metros cúbicos de sedimentos al año a la zona, lo que supone la falta de entre 180.000 y 519.000 m3 anuales, según el Cedex (Centro de Estudios y Experimentación de Obras Públicas).
La erosión del mar es otro de los factores que explica el estado de la demarcación. La subida del nivel del mar, acompañada de temporales costeros por la crisis climática, hace que el agua se adentre en el litoral más de lo que debería.
Ejemplo de ello es la tormenta Gloria, que en enero de 2020 dejó al delta del Ebro engullido por las aguas del mar Mediterráneo. Un año más tarde, la borrasca Filomena también fue muestra de ese sumergimiento de la región.
Además, se le suma el hundimiento de la superficie por la falta de materiales con los que sostenerse, lo que es conocido como “subsidencia”.
Así, el déficit sedimentario del delta del Ebro ha impulsado una nueva solución artificial. La espera de un desenlace natural significaría esperar a que la arena retenida en las presas navegue río abajo hasta llegar a la región. Esto supone un tiempo muy elevado, que podría provocar el hundimiento de más zonas del delta.
“Es solo una solución a corto plazo que puede servir para mantener algunas actividades económicas como las salinas o algunos arrozales que lo necesitan, pero no sirve para afrontar a fondo el problema: que lleguen los sedimentos”, explica Josep Juan Segarra, miembro de la Plataforma Sediments.