Pablo González en la región de Donetsk (Ucrania), 24 días antes de su detención.
Imagen: Pablo González (@PabVis) vía Twitter. 

  • El freelancer español, acusado de ser un espía ruso, fue detenido en un pueblo polaco, cercano a la frontera con Ucrania
  • Aunque lleva más de 9 meses en prisión provisional, todavía no se han publicado pruebas contra el reportero

El tribunal de justicia de la ciudad de Przemyśl, en Polonia, decidió el pasado jueves, 24 de noviembre, añadir otros tres meses de duración de la prisión provisional de Pablo González. El periodista español fue detenido a finales de febrero por su presunto vínculo con los servicios secretos, mientras cubría los desplazamientos de refugiados ucranianos a la zona.

La propuesta de la Fiscalía Nacional polaca (Prokuratura Krajowa) contra el reportero se admitió a trámite. Esta vez, al contrario que en las otras dos prórrogas anteriores, no desvelaron supuestamente los motivos de la decisión final, que solo fueron comunicadas a las partes.

Sin embargo, fuentes de la Fiscalía Nacional de Polonia consultadas por Abro Comillas exponen las mismas razones que en mayo y agosto: una “alta probabilidad de que se cometiesen los supuestos actos”, un gran “riesgo de ser ocultado y fugado” y la “amenaza de una pena de prisión severa”.

El periodista cumplirá, tras este añadido, un año de prisión provisional a la espera de la celebración de un juicio que demuestre sus relaciones con el servicio de inteligencia ruso. No obstante, el inicio del litigio depende de la presentación por parte de la Fiscalía de una acusación en su contra, lo cual aún no ha sucedido.

Uno de los motivos de su largo retraso podría ser el diferente procedimiento utilizado contra los acusados de espionaje, a los que se buscaría sacar la mayor información posible antes de acudir a los tribunales.

El propio Departamento de Prensa de la Fiscalía remarca a este medio el secretismo del caso: “Debido a la naturaleza discreta del material investigado, las pruebas procesales y documentales previstas en esta fase, no estamos proporcionando más información sobre el tema y el alcance de la investigación”.

En todo caso, Pablo González se enfrentaría a entre 1 y 10 años de cárcel por “participar en actividad de inteligencia extranjera” que perjudiquen a Polonia, según el artículo 130 del Código Penal polaco.

 

La polémica detención
La Agencia de Seguridad Interna (ABW, por sus siglas en polaco) detuvo a Pablo González en la noche del 27 al 28 de febrero de 2022 en un hotel de la ciudad de Przemyśl, fronteriza con Ucrania.

El periodista español se encontraba en el sureste de Polonia para cubrir las migraciones de refugiados ucranianos, fruto de la invasión rusa que acababa de comenzar.

El comunicado denunció que el freelancer pertenecía al servicio de inteligencia militar de Rusia (GRU), “utilizando su estatus de periodista” para realizar dichas actividades “contra la República de Polonia”.

Las principales hipótesis que maneja el Gobierno polaco giran en torno a dos cuestiones: los documentos de identidad de Pablo González y el dinero proporcionado por su padre desde Rusia.

El reportero, colaborador de Público, La Sexta o Gara, entre otros, tiene la doble nacionalidad española y rusa, pues es nieto de los hijos trasladados a la extinta Unión Soviética durante la Guerra Civil española. El problema es que posee dos pasaportes, uno de cada país, con dos nombres respectivos diferentes (Pablo González y Pavel Alekseevich Rubtsov), ambos considerados falsos por Polonia.

La otra sospecha gira en torno a los 350 euros mensuales que recibe por parte de su padre, residente en Rusia, para hacer frente a los gastos que no cubre su profesión como periodista de guerra, según aseguró su familia. La ABW interpreta que esa transferencia como una prueba de la subvención proveniente del Kremlin.

 

¿Quién ayuda a Pablo González?
Desde su encarcelamiento, el reportero ha contado con la asistencia del consulado español en Polonia. Esta institución ha sido el principal apoyo del preso hasta el momento.

También contrató los servicios del abogado chileno Gonzalo Boye, quien ya ha defendido al expresident Carles Puigdemont, al narcotraficante Sito Miñanco o la exdiputada por Podemos, Tania Sánchez.

El letrado es su principal vía de comunicación con España e intermediario entre él y su mujer, Oihana Goiriena. Pablo González apenas se ha podido comunicar con ella a través de varias cartas y tan solo ha podido verla en persona una sola vez. El pasado 22 de noviembre ambos pudieron conversar durante dos horas, aunque en presencia del abogado y de varios policías polacos.

Además, el reportero ha renovado el equipo de abogados de Polonia, con el fin de mejorar su seguridad jurídica allí.

Gonzalo Boye y la familia del reo se han quejado de la pasividad del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y del ministro de Asuntos Exteriores, José Manuel Albares, a la hora de tratar este asunto.

En sus breves reuniones con su homólogo polaco, Albares le ha comunicado la necesidad de cumplir con los derechos del acusado. Aun así, siempre ha sido bastante tibio y precavido con sus declaraciones: “Hay que respetar la legalidad polaca al respecto. Lo que yo le he pedido es que lo antes posible, pueda ser llevado a juicio, donde él tendrá derecho a su defensa, como la está teniendo”.

Las condiciones de la prisión dónde se encuentra tampoco ayudan y apenas puede salir una hora al patio de la cárcel de Radom. En los 9 meses que lleva encerrado ha perdido en torno a 20 kilos de peso, según la carta que recibió su familia hace una semana: “Me faltan proteínas; las que consumo las compro con el dinero que me ponen de fuera”.

 

Mientras, la presión desde España también llega a través de la movilización ciudadana. Mañana, 1 de diciembre, se celebrará una concentración en Madrid, frente al Ministerio de Asuntos Exteriores, para pedir la libertad de Pablo González y el cumplimiento de sus derechos fundamentales.

 

Venancio Sánchez-Cambronero. Redactor.

“El trabajo de los periodistas no consiste en pisar las cucarachas, sino en prender la luz, para que la gente vea cómo las cucarachas corren a esconderse”. Ryszard Kapuściński