Bombillas. Imagen: Bicanski vía Pixnio.
- A día de hoy el megavatio hora (MWh) supera los 200 euros
- La energía renovable podría paliar esta subida, sin embargo, se posiciona como colaborador necesario
El precio de la luz continúa en aumento. Esta tendencia saltó al debate público en septiembre, cuando el valor del MWh superó los 180 euros. Desde entonces se ha experimentado una de las mayores subidas que se recuerda. Hasta ahora, el megavatio hora sobrepasa los 200 euros. Este incremento de las tarifas ha provocado que la factura de la luz se eleve en torno a 12, 5 euros en la factura de los españoles (de 87 a 100 euros, aproximadamente).
El mercado de la luz es un campo complicado. En él intervienen un sinfín de actores que hacen que la población encuentre dificultades para poder comprender el porqué de las subidas.
¿Cómo se regula el mercado de la luz?
A diario, los comerciantes y los compradores de electricidad negocian los precios de la energía en función del consumo que se prevé para esa jornada; el valor se fija y, posteriormente, un algoritmo llega al equilibrio entre la oferta y la demanda. Ese precio de equilibrio corresponde al precio marginal, eso es lo que cobran todos los productores de energía independientemente del precio al que hubieran ofrecido su energía. Así lo explica un ingeniero de proyectos de grandes instalaciones fotovoltaicas a Abro Comillas.
Aunque las negociaciones son complejas, se pueden simplificar. Cada productor marca su precio, por ejemplo: la fotovoltaica estima que va a producir 10 gigavatios (GWh) y marca su precio en 5 euros el MWh, posteriormente el productor de energía eólica determina que ese día va a generar 10 GWh, pero que los va a comerciar a 10 euros el megavatio, por último, el comerciante de las centrales de gas plantea una producción de 30 GWh y un precio de 80 euros el MWh.
Si se establece que la demanda española de energía un día concreto es, por ejemplo, de 40 GWh, sería necesario comprar a los tres productores. Sin embargo, la problemática y la causa del encarecimiento de la electricidad es que el precio se iguala para todos. Se toma el valor más elevado y se aplica al resto de energías, aunque éstas tuvieran un precio inferior.
De tal manera que, según el modelo anterior, se comprarían los 10 GWh de la fotovoltaica a 80 euros el megavatio, los 10 GWh de la eólica a 80 euros el MWh y 20 GWh de la productora de gas a 80 euros el megavatio.
¿Por qué sube tanto el precio?
Por ello, aunque en el país más de la mitad de la energía, de media, procede de las renovables (concretamente, 110.450 gigavatios producidos en 2020) el precio que se paga es mucho más elevado al precio real de esta energía. A esto se le conoce como beneficios caídos del cielo, es decir, recibir mucho más del precio real del producto. Es el caso de la energía nuclear: muy barata de producir, pero pagada al doble de su precio “normal”. A los productores de energía les cuesta en torno a 5-10 euros producir un megavatio, pero en el mercado vale más de 200 euros.
A esto se le suma que, en el momento que se emplean medios de producción de energía que generan dióxido de carbono (CO2), se deben pagar unas “multas”, es decir, los llamados bonos de emisión de CO2. Estos “bonos” consisten en la compra de cuotas de emisión de dióxido de carbono, establecidas en el Protocolo de Kioto, a empresas que no sobrepasen sus tasas o a países en vías de desarrollo.
Por último, cabe remarcar que en numerosas ocasiones los dueños de las eléctricas cuentan con varias fuentes de energía: eólica, solar, hidráulica, nuclear… Esto puede generar un conflicto de intereses. Si la producción de un tipo de energía es más barata que generar otro tipo de energía, un empresario buscará obtener el mayor beneficio posible. Por consecuencia, entre producir energía nuclear frente a energía renovable, un productor apostará por la nuclear y se aprovecharía esos beneficios caídos del cielo.
A priori, esto no debería de suponer un problema, siempre que cada tipo de energía tuviera un precio aislado al del resto, por ejemplo, que el precio de la energía eólica no afectara al de la solar. No obstante, al estar unidos se producen situaciones poco éticas. Por ello es frecuente que empresas eólicas detengan sus generadores y hagan uso del gas. De esta manera la eólica comercia la energía al mismo precio que el gas. Sin embargo, esto lo hacen de manera oculta, siempre tienen alguna excusa: mantenimiento, sobrecarga…
Respecto a esto, los casos más graves se producen en las empresas hidráulicas e hidroeléctricas. Estas solo se activan cuando los precios están completamente disparados. La producción de este tipo de energía es prácticamente gratuita: bombean agua desde la parte superior de las presas y se aprovechan de su caída para producir energía. Estas entidades realizan los parones abiertamente, lo que ha provocado que sean objeto de numerosas críticas.
¿Cómo afecta esto a la factura de la luz?
Más allá del precio del megavatio, las facturas de la luz también son complicadas de entender. En ellas hay que diferenciar varios elementos fundamentales para comprender el porqué del coste elevado de la luz.
Primero existe una cuantía fija, relativa a la potencia contratada. Siempre habrá que pagarlo, se haya consumido o no energía del suministro. Posteriormente, se suma la parte de energía consumida. Esta cuantía es variable y depende de la utilización de la energía. Además, en este punto se añaden cargos como el coste de utilización del sistema eléctrico: transportes, distribución, gestión de las comercializadoras, peajes… Este último, supone alrededor del 40 % de la factura; del 60 % restante, en torno al 37 % del valor de la luz que pagan los clientes se atribuye a las comercializadoras que negocian con los mercados mayoristas de la electricidad (pool).
Los impuestos y tasas también supone un aumento de la factura de la luz. El impuesto de la electricidad se aplica a la cifra obtenida de sumar lo relativo a la potencia contratada y a la energía consumida. La tasa municipal se aplica a la factura total, a excepción de los peajes. Por último, también se debe pagar el gravamen relativo a la Aportación al Fondo Nacional de Eficacia Energética. Es necesario mencionar que también se aplica el 21 % del Impuesto al Valor Añadido (IVA).
El último cargo que se suma a la factura es el alquiler de los contadores. La propietaria suele ser la distribuidora y los usuarios deben pagar la renta a la comercializadora.
¿El Gobierno puede hacer algo?
A corto plazo, el Estado solo puede intervenir a través de la bajada de impuestos. Como medida excepcional para intentar frenar este incremento de los precios, el Gobierno aprobó una reducción del IVA del 21 % al 10 %. Sin embargo, para poder acceder a la rebaja fiscal, que tiene fecha de caducidad para el 31 de diciembre de 2021, el precio mensual del mercado mayorista del anterior mes debe de haber superado los 45 euros el megavatio.
Pero, tal y como recoge la Agencia Tributaria, “se ha de tener en cuenta que el umbral de 45 euros/MWh se relaciona con la cotización de diciembre de 2020. (…) Por tanto, dicho umbral se sitúa por debajo de las expectativas de los precios del mercado”.
Sin embargo, no se puede hacer nada en relación al coste de la propia energía, esto se debe a que “es un mercado que se autorregula y, además, depende de una normativa europea que escapa al control del Gobierno español”, comenta el ingeniero de proyectos de grandes instalaciones fotovoltaicas.
A medio-largo plazo el Ejecutivo podría llevar a cabo una mayor acción, pero las medidas que se podrían implementar no son del todo realistas ya que la Unión Europea (UE) no permite la intervención en los precios mediante el establecimiento de limitaciones. Asimismo, en el caso de que se establecieran precios máximos las empresas podrían negarse a vender la energía, lo que agravaría aún más el problema.
Las medidas que sí podría aplicar Sánchez pasan por negociar el precio del gas a nivel europeo y no de manera individual como se hace actualmente. Esto permitiría abaratar costes al hacer mayor presión.
El condicionante ideológico
La ideología juega un papel fundamental en este campo. Desde una perspectiva social de izquierdas, se propone fijar un precio a la tarifa regulada, de tal manera que las empresas tendrían que vender a pérdidas. También se plantea la posibilidad de crear una empresa pública de energía. El problema que plantea esto es que, para comerciar a un precio razonable, la empresa sería completamente deficitaria. Esta empresa ofrecería una energía a un precio razonable, pero afectaría de manera indirecta a los ciudadanos a través de subidas o nuevos impuestos.
Si se plantean las opciones desde los postulados tradicionales de la derecha, la mejor solución sería liberalizar el sector eléctrico. De esta manera “se eliminarían las barreras” de entrada y salida de los productores. Además, apostaría al 100 % por la energía nuclear, ya que es energía barata y presenta la posibilidad de producción durante los 365 días del año, a diferencia de las renovables.
En definitiva, mientras España dependa de la UE, el margen de acción individual es casi inexistente. Es importante mencionar a este respecto que los españoles tienen niveles de renta inferiores que en la mayoría de países europeos. Por ello, aunque el precio del MWh sea el mismo, las subidas afectan más a los hogares españoles.