Esteban Berlanga en Don Quijote año 2016. Imagen: Carlos Quezada.
Nacido en Albacete (España) en 1986, Esteban Berlanga se inició en el mundo de la danza a los 9 años en el Real Conservatorio Profesional de Música y Danza de Albacete. A los 16 se trasladó al Real Conservatorio de Danza de Madrid, y a partir de ahí su carrera artística no ha dejado de crecer.
En el año 2003 se unió a Europa Dance. Más adelante, del 2006 al 2013, trabajó en el English National Ballet donde en 2009 se convirtió en bailarín solista de la compañía. Desde el año 2013 hasta el 2018 fue bailarín principal de la Compañía Nacional de Danza en Madrid y actualmente es bailarín principal en el Ballet de Zúrich, del que forma parte desde hace cuatro años.
A lo largo de su trayectoria profesional ha actuado en distintos lugares del planeta tales como China, Japón, Corea del Sur, Australia, Alemania o Italia. Además, su carrera artística ha sido reconocida en numerosas ocasiones, siendo su distinción más reciente la Medalla al Mérito Cultural de Castilla-La Mancha 2021.
¿A qué edad decidió que la danza iba a ser su profesión?
Bueno, pues realmente no fue una decisión como tal. Desde pequeño me gustaba bailar y empecé a tomar clases de ballet. Vieron que mi trabajo funcionaba y poco a poco digamos que fui evolucionando a mejor. A la edad de 16 años, que fue cuando me mudé de Albacete a Madrid, ya se trataba de algo más serio. Era más consciente también de lo que estaba sucediendo, entonces te diría que a esa edad más o menos fue cuando me hice a la idea de que me iba a dedicar a ello.
¿Se sintió apoyado por su familia?
Sí, en todo momento. Nunca tuve ningún tipo de problema en ese aspecto.
¿Cómo es la vida diaria de un bailarín profesional?
Es entrenamiento realmente. Mi día a día es levantarme a las 7.30, tomar a las 10.00 una clase de ballet de calentamiento para preparar el cuerpo y la mente y después, desde las 11.30 hasta las 18.00 realizar ensayos para preparar las diferentes piezas o ballets que estemos trabajando en ese momento en la compañía donde bailo.
¿Cuál fue la obra que más le gustó interpretar en el English National Ballet? ¿Y en la Compañía Nacional de Danza de Madrid?
Buah…elegir una es bastante difícil…porque, bueno, todas tienen su parte técnica que te proporciona un bienestar, el tener un reto digamos. Cada ballet es diferente, cada interpretación, cada rol que te dan es distinto a la hora de abordarlo de una manera o de otra. Por darte un nombre, lo que me encantó hacer fue El Ballet de Manon. Yo hacía del enamorado y había pasos a dos de amor, peleas… En fin, el programa artístico es bastante chulo de interpretar.
De la Compañía Nacional de Danza me quedaría con el papel de Basilio en Don Quijote. Fue un ballet clásico que hicimos donde Basilio es el papel principal junto con Quiteria. Se trata de un rol completamente diferente al de Manon porque el chico, Don Quijote, al ser una obra inspirada en España, tiene un carácter más español, muy técnico, el cual me costó un poco más interpretar.
¿Cómo se ha adaptado al Ballet de Zúrich?
Creo que me he adaptado bien, la verdad. El venir aquí surgió de la nada y fue un poco caótico al principio, pero me he ido acomodando correctamente. La compañía me tiene muy en cuenta y pienso que encajo bastante bien con el perfil de los bailarines y con las piezas que bailamos y trabajamos aquí.
¿Hay diferencias con respecto a las otras compañías?
Sí, hay diferencias. En el Ballet de Zúrich, al ser una compañía que no es tan grande como lo son la Compañía Nacional de Danza o English National Ballet, los bailarines nos arropamos un poco más entre nosotros. No hay tanto ego en ese aspecto, no hay tanta diva y no hay tantas envidias como las puede haber en compañías más grandes. De vez en cuando salen, obviamente, pero no a malas. No hay mal rollo, es una compañía que resulta bastante guay para trabajar.
¿Se puede vivir bien de la danza?
Sí, se puede vivir bastante bien de la danza. Obviamente somos artistas y en ningún sitio del mundo los artistas están bien pagados, pero sí se puede vivir de ello. De hecho, vamos, yo llevo desde los 20 años viviendo de esto, entonces doy fe de que sí. Evidentemente tienes que ser inteligente y saber cuándo y hasta qué nivel puedes organizarte tu vida, tu salario y tus cosas. Pero sí, se puede.
¿Considera que en España se valora el arte de la danza?
¡Ay! Qué difícil esta pregunta… Yo creo que en España sí se valora la danza a ratos y digamos que en un sector muy pequeñito de la población. En España cuando te preguntan que a qué te dedicas y respondes que eres bailarín, siempre continúan preguntándote que de qué vives. Eso ya dice mucho de las personas con las que estás hablando, porque no consideran el arte como una manera de vivir, no tienen en cuenta que hay que pagar por la danza, no creen que haya que comprar una entrada para ir al teatro…entonces en ese aspecto estamos mal. No obstante, sí que hay un sector en España que se interesa por la danza.
¿En qué zonas del mundo cree por su experiencia profesional que está mejor reconocida esta disciplina?
Me sentí muy arropado cuando estuve bailando en Japón. Los japoneses se pierden por la danza, tienen una manera de ver a los artistas como si fuésemos futbolistas. Ese momento de salir de un autobús o de un hotel y que haya gente esperándote para firmar autógrafos, hacerte fotos y demás es algo impresionante. En Australia también el público fue maravilloso.
También he de decir que ambos han sido sitios en los que no he estado mucho tiempo, entonces no sé si viviendo allí y teniendo más experiencia a largo plazo cambiaría mi manera de pensar.
Recientemente, a finales de agosto de este año, ha actuado en el Teatro Circo de su ciudad, Albacete. ¿Cómo se siente con el público de su tierra? ¿Es una sensación distinta?
Sí, es una sensación distinta porque bailas para los tuyos. En mi caso el hecho de volver a Albacete, llegar al Teatro Circo y llenarlo de caras conocidas es muy satisfactorio, pero a la vez tengo como más presión de tener que hacerlo bien, de no fallar en mis ejecuciones de la danza…
En fin, tiene su parte bonita y su parte no tan bonita. A mí me genera más estrés el ir a bailar allí por ejemplo que cuando me subo en Zúrich, donde conozco a muy poca gente. En Zúrich simplemente bailas para el público en general, pero allí sé que bailo para mi madre, para mi tía…es como que lo haces más personal.
Lleva 27 años de su vida dedicándose a la danza, ¿cuándo querría jubilarse?
Guau, pues…[risas] ¿El jubilarme? No lo sé. Quiero decir, a mí me gustaría retirarme de la danza en un buen momento, no dejándolo pasar. Obviamente el cuerpo que tengo ahora con 36 no lo tenía con 20. Cosas que anteriormente podía hacer de manera más fácil o sin dolores pues quizás hoy en día me cuestan más, y al revés, hay cosas que antes no podía hacer que actualmente sí. Obviamente el cuerpo va cambiando y tengo que ir modificando mi manera de bailar en el día a día. Si mi cuerpo está sano y me acompaña, me gustaría al menos llegar a los 40 bailando en el escenario profesionalmente. Que puedo seguir más, pues sería fantástico, pero no lo sé. [Risas]
Tras jubilarse, ¿qué le gustaría hacer?
Creo que me gustaría trabajar en una compañía de danza como maestro repetidor. Este puesto consiste en establecer los ballets que se van a interpretar en el escenario, pasar ensayos, supervisar la interpretación, dar correcciones, poner el ballet a punto para que salga al ruedo… Eso es lo que a mí me gustaría intentar después de bailar.
¿Se imagina su vida sin la danza?
La verdad es que no. Además, considero que la persona que soy hoy en día es gracias a la danza. Si yo me quitara la danza sería totalmente diferente, entonces no me lo imagino.
Tiene usted hasta un club de fans llamado El orgullo de Motilleja…
Sí. [Risas]. Hay amigos, compañeros, conocidos… que me siguen por todos lados y siempre están ahí apoyándome, aunque sea en la distancia.
Una gran entrevista para un gran bailarín. El telón de abro comillas se levanta y entra en escena una estrella, Esteban Berlanga