Esther Sánchez de León.

Esther Sánchez de León es licenciada en biología en la Universidad Complutense de Madrid. Estudió un máster de biomedicina en Nueva York y actualmente está realizando un doctorado allí, que consiste en investigación sobre el cáncer. Es una mujer que ha dedicado toda su vida a la ciencia. 

Para empezar, ¿nos podrías contar a qué te dedicas y qué estás haciendo actualmente?
Actualmente, soy estudiante de doctorado y me dedico a la investigación biomédica. En concreto, estoy estudiando la manera en que nuestras células se defienden de los genes que causan el cáncer.

¿Y por qué decidiste dedicarte a la ciencia? 
Desde pequeña la ciencia ha sido mi pasión. Siempre he sido una persona curiosa, y me gusta la lógica, el pensamiento crítico y la posibilidad de descubrir algo nuevo que desafíe el conocimiento que ya tenemos sobre cómo funcionan los seres vivos.

Crees que la mujer en la ciencia tiene suficiente visibilidad/reconocimiento? 
 Creo que históricamente no se ha dado ninguna visibilidad a las científicas, y que, aunque ahora las cosas están cambiando, es muy necesario reconocer y popularizar las contribuciones que muchas mujeres (como Barbara McClintock, Carolyn Greider, Elizabeth Blackburn, Jennifer Doudna o Emanuelle Charpentier, por mencionar algunas) han hecho a la ciencia y a la tecnología.

¿Qué hizo que decidieras continuar tus estudios fuera de España? ¿Y por qué concretamente en Estados Unidos?
 Siempre he querido vivir fuera de España durante algunos años de mi vida, y EE. UU. me atrajo por la calidad de sus instituciones educativas y de sus centros de investigación.

Y a raíz de esto, ¿dónde crees que hay mayor número de mujeres que se dedican a la ciencia en proporción a la población, en España o en Estados Unidos? ¿Y mayor integración de las mismas?
 No tengo suficientes datos para poder compararlo a nivel nacional, pero sí que es cierto que en ambos países la cantidad de mujeres que estudian carreras de ciencias de la salud es mucho mayor que la cantidad de hombres, y lo mismo ocurre en los doctorados y postdocs. Sin embargo, el número de mujeres que llegan a ser jefas de laboratorio es ínfimo comparado con el número de hombres. Si comparamos los datos de dos instituciones similares, el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) en España y el Memorial Sloan Kettering Cancer Center (MSKCC) de EE. UU., en el CNIO hay un 67-74% de mujeres entre estudiantes de doctorado, técnicos de laboratorio, investigadores y postdocs. Sin embargo, entre los jefes de grupo, las mujeres sólo representan el 43% en el CNIO y el 23% en MSKCC.
La integración de las mujeres en la ciencia funciona hasta que llega el momento de tener tu propio laboratorio. En esta etapa, no sólo es mucho más difícil que te contraten y que te den financiación si eres una mujer; el nivel de exigencia durante los primeros años en este puesto de trabajo hace que sea muy complicado conciliar la vida familiar con la laboral, y muchas científicas deciden sacrificar su carrera en beneficio de la de su pareja para poder dedicar parte de su tiempo a los cuidados.

Precisamente haciendo referencia a las dificultades que se encuentran las mujeres, ¿en qué medida consideras que sigue habiendo machismo en tu ámbito laboral?
 A pesar de representar más del 50% del total de científicos, el número de jefas de laboratorio es mucho menor del 50%. En general (dentro y fuera de la ciencia) se estima que la proporción de mujeres en puestos de poder es del 10%. Las mujeres consiguen menos financiación para sus proyectos/laboratorios que los hombres. Entre los 930 galardonados por el premio Nobel desde 1901, sólo ha habido 57 mujeres. Y, por supuesto, el machismo (micromachismos, acoso sexual, discriminación por nuestras capacidades reproductivas) y otros tipos de discriminación que sigue habiendo en nuestra sociedad trascienden a todos los ámbitos, incluida la ciencia.

¿Qué opinas acerca de la discriminación positiva en las ayudas para las jóvenes en la ciencia?
 Creo que no existe ninguna forma de discriminación que sea positiva, y que las cuotas son necesarias para prevenir que haya instituciones donde las mujeres en puestos de poder sean una minoría. Se trata de evitar que, teniendo a dos candidatos en igualdad de condiciones, siempre se elija al candidato masculino por defecto. Y también de entender que, con las condiciones actuales, para llegar a un cierto nivel de desarrollo profesional y probar su valía, una mujer habrá tenido que poner mucho más esfuerzo que un hombre. También es necesario que haya cuotas para favorecer la integración de las minorías en la ciencia. Si ya es difícil encontrar una mujer con su propio laboratorio, es casi imposible encontrar a una mujer racializada que haya alcanzado esta posición.

¿Cuál ha sido tu máximo referente que, como mujer, te ha inspirado e impulsado para dedicarte a la ciencia? ¿Por qué?
Nunca he tenido un máximo referente, entre otras cosas porque cuando yo estudié apenas nos hablaban de referentes femeninos en ciencia, y porque para mí un referente tiene que serlo en todos los aspectos, no sólo en lo profesional. Sin embargo, a lo largo de mi carrera he conocido a muchas científicas a quienes admiro, que me han inspirado y me han ayudado a llegar donde estoy; Rosa Viñas, Barbara Oldrini, Paola Bovolenta, Fiorella Ghisays, Akiko Inagaki, Direna Alonso y María Tello son algunas de ellas.

Independientemente de estas mujeres, ¿qué científica consideras que tendría que ser mucho más conocida de lo que es o ha sido? ¿Por qué?
Muchas, aunque si tengo que mencionar a alguien es definitivamente a Rosalind Franklin. Sus trabajos con rayos X fueron fundamentales para el descubrimiento de la estructura de doble hélice del ADN por el cual Watson y Crick se llevaron el premio Nobel.

¿Por qué crees que en el sector científico hay tan poca presencia femenina?
 En el sector científico hay mucha presencia femenina, lo que pasa es que no es conocida. Como ya he mencionado, las mujeres representan la gran mayoría de los científicos, por lo menos en biomedicina, aunque hay otros sectores (como las ingenierías) que no están tan feminizados.
La falta de referentes juega un papel fundamental; para mucha gente es necesario ver personas con las que se sientan identificadas, teniendo éxito en un determinado campo, para siquiera plantearse hacer una carrera en ese ámbito.

Para terminar, ¿qué mensaje le mandarías a aquellas mujeres que también se están planteando dedicarse a la ciencia? ¿Y aquellas que no saben si dar el paso de irse fuera en busca de más oportunidades?
Les diría que, si es lo que realmente les gusta, vayan a por ello. Gracias al trabajo y al esfuerzo de muchas compañeras, las cosas están cambiando poco a poco y creo que algún día lograremos la igualdad en ciencia.
Irse fuera es una decisión muy personal. Creo que puede ser una experiencia muy positiva y enriquecedora, pero también puede haber momentos duros que se intensifican al estar lejos de casa. En cualquier caso, a nivel profesional creo que es algo que merece.

 

 
Macarena Lledó. Subdirectora y redactora.

“Si no creemos en la libertad de expresión de las personas que despreciamos, no creemos en ella en absoluto”. Noam Chomsky

 

Macarena Hortal. Redactora.

“Decís vosotros que los tiempos son malos. Sed vosotros mejores, y los tiempos serán mejores: vosotros sois el tiempo”. Agustín de Hipona

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