Mario Draghi en una reunión del Consejo Europeo del 24 de julio.
Imagen: @Palazzo_Chigi vía Twitter.
- El presidente de la República anunció que los comicios se celebrarán el próximo 25 de septiembre
- Será el cuarto Gobierno que se forme desde las anteriores elecciones en 2018
- El partido de ultraderecha, Hermanos de Italia, toma fuerza en las encuestas
El primer ministro de Italia, Mario Draghi, renunció el pasado 21 de julio a su cargo después de 17 meses al frente del Gobierno. El mandatario tomó la decisión ante la falta de apoyo de tres partidos políticos en el Senado durante la moción de confianza del día anterior.
Tras su comparecencia en la Cámara de Diputados, trasladó su decisión al presidente de la República, Sergio Mattarella, quien procedió a disolver el Parlamento italiano (Congreso y Senado). Las siguientes elecciones generales tendrán lugar el próximo 25 de septiembre.
Fue la segunda vez que Mario Draghi intentó dimitir ante la falta de apoyos del resto de partidos con representación parlamentaria. Ya el 14 de julio, presentó su abandono del puesto después de que el Movimiento 5 Estrellas (M5E) se negase a participar en la votación de un decreto de ayudas de 26.000 millones de euros para paliar los efectos de la inflación. La medida se presentó en el Senado como una moción de confianza, que evitaría la presentación de enmiendas, pero que podría conllevar el fin del Ejecutivo en caso de no ser favorable.
A pesar de que la propuesta salió adelante con 172 votos a favor y 33 en contra, el primer ministro entendió el gesto del M5E, liderado por Giuseppe Conte, como una falta de apoyo político. Sin embargo, Sergio Mattarella no aceptó su renuncia y le animó a convocar una segunda cuestión de confianza.
El expresidente del Banco Central Europeo solo seguiría adelante si la nueva votación contaba con el beneplácito de todos los partidos que conforman el Gobierno.
El resultado fue aún peor: 77 votos positivos menos y los mismos del lado de la oposición de un total de 315 senadores. El M5E volvió a no participar por las tensiones con Draghi; mientras que la Lega de Salvini y Forza Italia de Berlusconi decidieron abandonar la cámara al no excluir al partido de Conte del Gobierno.
Mario Draghi, la panacea del euro
Mario Draghi llegó a la cabeza del Ejecutivo italiano en enero de 2021. El presidente de la República lo eligió para el cargo después de la incapacidad de Giuseppe Conte para mantener la unidad de la coalición entre el M5E, el Partido Democrático (PD) y su escisión, Italia Viva.
Su nombramiento contaba con el visto bueno de la Unión Europea y de Estados Unidos por los anteriores servicios prestados por Draghi. También la población italiana, sobre todo la burguesía, le tiene alta estima, casi como una figura paternalista.
El exmandatario fue presidente del Banco Central Europeo entre 2011 y 2019, logrando con cierto éxito salvar al euro. Sus políticas monetarias expansivas de bajada de tipos de interés (créditos más baratos) ayudaron a estimular el crecimiento.
Asimismo, la compra de deuda pública a los países que lo necesitasen ayudó a España, Grecia, Italia y Portugal, entre otros, a no caer en la bancarrota. A cambio, los Estados rescatados debieron adoptar severas políticas de austeridad: menor gasto público, más despidos y reducción de salarios.
Las decisiones revitalizaron las economías de la eurozona, lo que repercutió en una mayor popularidad para Draghi. Así fue como se ganó un gran prestigio internacional, con su famosa frase “Whatever it takes” (hacer lo que sea necesario para salvar al euro) y el apodo de Super Mario.
Super Mario no salvó la partida
Ante la crisis política italiana, el objetivo de Mattarella era la formación de un Gobierno tecnócrata, donde los que ocupasen los principales cargos fuesen expertos en determinados sectores, y no políticos.
Draghi se rodeó de personas de su confianza en ocho carteras, como Economía, Justicia o Transición Ecológica. Los otros 15 ministerios los repartió entre políticos de todos los grupos parlamentarios con representación, tanto de centroizquierda (M5E, PD…) como de derecha (Lega o Forza Italia). Solo el partido de ultraderecha Hermanos de Italia se quedó fuera del reparto.
Draghi logró cierta estabilidad durante un año, en el que consiguió frenar la crisis sanitaria del COVID-19, así como un fuerte crecimiento económico. Desde Bruselas también vieron con buenos ojos su plan para desbloquear los 191.500 millones de euros, entre ayudas y préstamos. Esta cantidad es la mayor recibida por un país dentro de fondos europeos NextGenerationUE.
Sin embargo, la sintonía con los grupos parlamentarios disminuyó con el paso de los meses. El partido populista M5E, ganador de las elecciones de 2018, perdía peso en las encuestas. La solución de su líder, Conte, pasó por tratar de ganar más peso en el Gobierno a través de mayores presiones al primer ministro.
La incapacidad política del Movimiento los llevó a todo lo contrario: se generaron disidencias dentro de la formación y acabaron con la paciencia de Draghi.
La derecha también sufrió escisiones, pero aumentó sus escaños en las encuestas. Por tanto, el adelanto de los comicios no se vio con tan malos ojos, ya que tanto Salvini como Berlusconi tienen en mente la gestión del dinero de la Unión Europea.
Incluso, ambos valoran una coalición preelectoral con Hermanos de Italia, los más beneficiados al permanecer en la oposición durante la crisis política de Italia.
Aparte, el propio Draghi tuvo mucho más interés en dirigir la Presidencia de la República de Italia, cuyas elecciones fueron en enero de 2022. Finalmente Mattarella y el banquero mantuvieron sus respectivos puestos.
La Unión Europea, la OTAN y Estados Unidos miran ahora con preocupación hacia el país mediterráneo. El euroescepticismo, ya presente hasta entonces, y la cercanía de estos partidos a Rusia y China pueden hacer peligrar la estabilidad de los organismos internacionales.