73ª Asamblea General de la ONU (no es la reunión actual). Imagen: Presidencia de la República Mexicana.

  • La propuesta ha sido aprobada por 184 países de todo el mundo. Solo EE.UU. e Israel han votado en contra
  • Es la 29ª vez que se aprueba esta misma resolución, aunque nunca ha conseguido su propósito

La Asamblea General de las Naciones Unidas ha aprobado por mayoría, con 184 votos a favor, la resolución presentada por Cuba para acabar con el embargo económico estadounidense de la isla este miércoles, 23 de junio.

Tan solo EE.UU., por motivos obvios, y su aliado, Israel, se han opuesto a la propuesta. Por su parte, Brasil, Colombia y Ucrania han optado por la abstención.

La decisión ha sido celebrada en redes sociales por los miembros del Gobierno cubano como el ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez: “Es una gran victoria del pueblo cubano, de la justicia y de la verdad”. Asimismo, el presidente de la isla, Miguel Díaz-Canel, ha querido agradecer la solidaridad de los pueblos que le han apoyado.

El país caribeño presenta cada año esta resolución que lleva por nombre “Necesidad de poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos de América contra Cuba”.

Desde su primera votación en 1992, la mayoría de los países miembros de la ONU se han mostrado favorable a poner fin al cese de este conflicto comercial, pero EE.UU. nunca ha sido favorable a acabar con el embargo. Muestra de ello es la negativa ante las 28 votaciones anteriores, salvo en la de 2016, en la que el país se abstuvo cuando Barack Obama trató de estrechar, de nuevo, lazos con Cuba.

Como consecuencia del “no” estadounidense, la victoria diplomática de la isla corre el riesgo de quedarse en una simple recomendación en base a los antecedentes expuestos.

Cuba sigue reclamando que se tomen acciones contra EE.UU., pues aseguran que esos impedimentos comerciales son una de las principales causas que frenan el desarrollo del país, más aún con la pandemia.

Por ejemplo, las pérdidas económicas se tasan en 9.157,2 millones de dólares entre abril de 2019 y diciembre de 2020, según la actualización del informe presentado por el Gobierno cubano sobre la resolución 74/7 de 2019.

En el lado opuesto se encuentran muchos cubanos expatriados y legisladores norteamericanos como Bob Menéndez (demócrata) y Marco Rubio (republicano), que creen que los dirigentes socialistas se escudan en las restricciones económicas estadounidenses para evitar reconocer que la culpa de la mala situación económica se debe a su sistema.

En numerosos países del continente europeo y de Latinoamérica se están celebrando simultáneamente varias manifestaciones que rechazan el embargo. Es el caso de España, donde se han convocado protestas en multitud de ciudades para las 19.30 y las 20.00 horas.

 

¿Futuro de cambios?

La nueva aprobación de la resolución no otorga grandes esperanzas al pueblo cubano, pues, al igual que las anteriores, va en camino de volver a quedar en papel mojado. Todo ello a pesar del amplio apoyo diplomático con el que cuenta el movimiento en contra de las restricciones económicas.

No obstante, hay dos hechos fundamentales que pueden cambiar el rumbo de este embargo histórico: la llegada de Joe Biden a la presidencia de los Estados Unidos y la retirada de Raúl Castro, presidente de Cuba, el pasado abril de 2021.

En el caso de EE.UU., es necesario recordar que Biden ya fue vicepresidente durante el mandato de Obama (2009-2017). El presidente demócrata fue el primero en optar por un acercamiento con Cuba tras décadas de nulas relaciones diplomáticas. Es lo que se conoció como el “deshielo cubano”.

Así pues, se espera que el nuevo mandatario estadounidense siga el mismo camino y trate de entablar negociaciones con Cuba para acabar con el enfriamiento que se produjo durante el mandato de Trump.

No obstante, se presentan una serie de grandes dificultades como la escasa mayoría de miembros del partido demócrata dentro de la Cámara de Representantes y del Senado. El problema de la ambigüedad dentro de estas instituciones es que un intento de cambiar las relaciones diplomáticas con Cuba conllevaría la pérdida de apoyo legislativo de cara a otras propuestas más urgentes para Biden.

Otra de las claves es la importancia del voto cubano de cara a las próximas elecciones, sobre todo, en Florida. Los expatriados de la isla, contrarios al régimen castrista, no verían con buenos ojos una distensión diplomática entre ambos países, lo que provocaría un giro aún más conservadurista y republicano en dicho estado en los siguientes comicios.

De esta forma, Biden volvería a perder Florida, el tercer estado con más votos electorales (29), lo que perjudicaría al Partido Demócrata, como ya le pasó en 2016 tras los acercamientos de Obama.

Por otra parte, Cuba atraviesa un momento histórico en su devenir como país. Y es que la apertura del régimen y una cierta liberalización económica son más posibles que nunca tras el abandono de Raúl Castro como Primer Secretario del Partido Comunista de Cuba (PCC) el pasado mes de abril.

Miguel Díaz-Canel, el primer dirigente que no ha vivido la Revolución cubana de 1959, es el encargado de asumir esta nueva etapa al frente de la Secretaría del PCC. Sin embargo, ya ha dejado vislumbrar su carácter continuista.

“El Partido Comunista de Cuba continuará en el reconocimiento de nuestras esencias: la independencia, la soberanía, la democracia socialista, la paz, la eficiencia económica, la seguridad y las conquistas de justicia social”, declaró en su primera intervención como máxima figura política del país.

Aun así, se prevé que Miguel Díaz-Canel continúe con lo ya dicho por Raúl Castro en el VIII Congreso del PCC, es decir, con un “mayor dinamismo al proceso de actualización del modelo económico y social” o una menor planificación estatal y burocratización.

Todo este proceso de creciente apertura podría provocar unas relaciones más laxas con el país norteamericano, gracias también a la recién reaprobada resolución de la ONU y a una mayor disposición del presidente de EE.UU., Joe Biden.

 

Origen del embargo

La 29ª aprobación de la resolución de la ONU contra las restricciones económicas de Cuba no es más que otro intento de apoyo internacional para acabar con un problema que lleva más de 60 años.

Ya en 1958, cuando la dictadura de Fulgencio Batista en la isla entró en decadencia, Estados Unidos impuso un embargo armamentístico a pesar de haberle proporcionado apoyo hasta entonces.

No obstante, la presión económica sobre Cuba se incrementó con la toma del poder por parte de los revolucionarios comunistas. Así, Fidel Castro se erigió como líder del país e implantó la Ley de Reforma Agraria de 1959 con el fin de lograr un mejor reparto de la tierra.

Esta medida, unida a su acercamiento a la Unión Soviética y a la expropiación forzosa y nacionalización de empresas petroleras y azucareras estadounidenses (Texaco, Esso Standard Oil, The Francisco Sugar Compay…), provocó el fin de la influencia norteamericana en la isla, pero la implantación de un embargo económico a Cuba por parte de la potencia.

Como resultado, Cuba y EE.UU., con Eisenhower al mando, rompieron relaciones diplomáticas a inicios de 1961. Un año después, y ya con J.F. Kennedy en el poder, aumentaron las restricciones comerciales, que impidieron la llegada medicinas y alimentos.

Fue en esos años en los que se forjó uno de los acontecimientos que más ha marcado la historia reciente de Cuba, pero también ha sido de los problemas principales con los que han tenido que lidiar los posteriores presidentes estadounidenses. En este contexto, se aprobaron la Ley Torricelli (1992) y Helms-Burton (1996), que ayudaron a reforzar el embargo.

El propio Donald Trump también llevó a cabo en torno a 240 sanciones económicas durante su mandato (2017-2021), lo que ha sido un paso atrás en términos diplomáticos con respecto a su predecesor, Obama.

Ahora le toca a Biden y a Miguel Díaz-Canel decidir si negocian un acercamiento entre ambos países después de alrededor de 60 años de malestar.

 

Venancio Sánchez-Cambronero. Redactor.

“El trabajo de los periodistas no consiste en pisar las cucarachas, sino en prender la luz, para que la gente vea cómo las cucarachas corren a esconderse”. Ryszard Kapuściński

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