Protestas civiles contra el golpe de Estado en Karen (Birmania) en febrero de 2021.
Imagen: Ninjastrikers.
- La junta militar ha asesinado a cerca de 1.723 civiles desde el 1 de febrero de 2021
- El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Min Aung Hlain, prometió nuevas elecciones en agosto de 2023
El ejército de Birmania (o Myanmar) continúa en el poder tras el golpe de Estado en febrero de 2021, que derrocó a la líder de facto, Aung San Suu Kyi, y al presidente, Win Myint, justo el día en el que juraban el cargo. La lenta transición democrática se pausó indefinidamente, mientras que la represión y las protestas sumieron al país en el caos.
La sublevación militar se produjo tras las elecciones de noviembre de 2020, en las que la Liga Nacional por la Democracia (NLD), el partido de Suu Kyi y Win Myint, venció por mayoría absoluta (87 % de los votos). El resultado no convenció al Tatmadaw (las fuerzas armadas birmanas), que las tachó de fraudulentas. Cabe destacar que el Partido Unión, Solidaridad y Desarrollo (USDP), favorable a los militares, apenas alcanzó 33 escaños de los 664 totales.
A priori, la situación era igual que en 2015: la NLD alcanzó el poder, pero el Tatmadaw mantuvo un gran control sobre este a través de posiciones clave. Sin embargo, la convivencia entre el gobierno civil-militar se hizo cada vez más dura debido a diversos factores ideológicos, políticos o económicos.
Entre las causas principales destaca el intento de genocidio rohingya (musulmanes), reconocido por las Naciones unidas, por parte de los socios armados, de etnia bamar (budista). Las agresiones contaron con el apoyo de la propia líder de la NLD, pero su retórica populista le permitió incrementar su popularidad, generando reticencias en el bando agresor.
La respuesta internacional ante las hostilidades étnicas fue el aislamiento internacional por parte de Occidente, lo que propició un acercamiento a China para paliar la recesión económica.
La represión y oposición en el último año
El golpe de Estado en Birmania desapareció del foco de atención occidental, pero la represión no ha cesado desde entonces. La Asociación de Asistencia para Presos Políticos del país estima que 1.723 personas han sido asesinadas por la junta militar y se han arrestado a 13.047 civiles desde entonces y hasta el pasado viernes 1 de abril.
Mientras, Suu Kyi y Win Myint continúan detenidos. La mandataria de facto de la LND cumple una condena de 6 años: 2 por tenencia de walkie-talkies que incumplen la Ley de Exportaciones e Importaciones y la de Comunicaciones, otros dos por no respetar las restricciones de la pandemia durante un acto electoral y un último bienio por disidencia.
El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas, Min Aung Hlain, asumió el cargo de primer ministro hasta agosto de 2023. Es en esa fecha cuando cesará el estado de emergencia y se celebrarán “unas elecciones multipartidistas, justas y libres”, según anunció el propio líder en un discurso televisivo.
No obstante, la promesa no fue creíble para el resto de la oposición, que también consideró excesivo el tiempo que la transición estará pausada. Por este motivo, aquellos contrarios al Tatmadaw crearon grupos de resistencia para combatirlo.
El Gobierno de Unidad Nacional de Birmania (NUG), formado por varios represaliados del LND y otros miembros, creó las Fuerzas de Defensa Popular (PDF) y declaró la guerra al Tamatdaw en septiembre de 2021. Además, se encuentran diferentes organizaciones étnicas armadas repartidas por todo el país y otros grupos de resistencia que han ido ganando popularidad, como el Ejército de Independencia de Kachin (norte) o la Unión Nacional Karen (sudeste) y su brazo armado. Incluso, el Partido Comunista de Birmania comenzó a resurgir.
Todas las guerrillas y el Gobierno interino comparten un fin común: devolver Birmania al poder civil y retornar lo antes posible a la senda de la transición demográfica. Por contra, la multiculturalidad del país del sudeste asiático lleva consigo una búsqueda de otros intereses que ha provocado divisiones internas y cierta falta de unidad en la lucha.


Mapa etnolingúistico de Birmania. Los rohingya se encuentran en el lateral del sudeste del país. Birmania limita por el oeste con India y Bangladesh, y por el este con China, Laos y Tailandia. Imagen: Kanguole.
La reacción internacional: sanciones y nuevas alianzas
Las potencias mundiales y otras alianzas entre países tomaron decisiones en forma de sanciones económicas y aislamiento internacional desde el golpe de Estado. China es la única que ha aprovechado la retirada de apoyo occidental para potenciar sus intereses en la región, expandir su nueva ruta de la seda y las zonas industriales en Birmania. Rusia y Serbia también mandaron apoyo.
El Consejo de la Unión Europea actualizó a finales de febrero de este año sus restricciones hacia el país oriental. En el documento oficial se incluyen a 22 personas nuevas y a 4 entidades más, entre las que se encuentran, por primera vez, empresas petrolíferas y de gas. En total ya son 65 personas y 10 entidades castigadas desde la insurrección.
Por su parte, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos concluyó el 25 de marzo de 2022 que el Tamatdaw cometió “genocidio, crímenes de lesa humanidad y limpieza étnica contra los rohingya”. En otro comunicado de prensa, el secretario de Estado, Antony Blinken, anunció nuevas sanciones a 5 miembros y 5 empresas vinculadas a la junta militar, como el banco Asian Green Development.
La Organización de Naciones Unidas (ONU) ha continuado con sus habituales dosieres sobre la situación de los civiles y las minorías étnicas en el país. El último Informe del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos del pasado 1 de abril confirma que la lucha armada ha causado más de 440.000 desplazamientos.
Hoy, 2 de abril, el ministro de Derechos Humanos del NUG, Aung Myo Min, valoró positivamente el documento, pero lamenta que la “resolución se quede corta en muchas áreas”, en relación al envío de armas al ejército birmano por parte de varios Estados miembro de la ONU.
En este sentido, la Asociación de Naciones de Asia Sudoriental (ASEAN) excluyó en octubre de 2021 a Birmania de las reuniones y conferencias de la organización.
(1/2) While MoHR welcomes adoption of the resolution on the situation of human rights in #Myanmar by the Human Rights Council, the resolution still falls short in many areas. #WhatsHappeningInMyanmar pic.twitter.com/0qWNtZvSyT
— Aung Myo Min (@aung_myo_minn) April 2, 2022
Birmania: pobreza y desesperanza
El descontrol de la pandemia y la nueva crisis política que interrumpió la transición democrática en 2021 han proliferado el malestar económico de la población birmana. El Producto Interior Bruto (PIB) por habitante indicaba un crecimiento positivo recientemente, pero las últimas cifras datan de 2020, lo que hace imposible evaluar el impacto real de estos acontecimientos. Aun así, hasta entonces este factor se situaba tan solo en torno a los 1.200 dólares.
El Programa Mundial de Alimentos de la ONU incluye a Myanmar, junto con otros 23 países, en la lista de lugares con mayor inseguridad alimentaria aguda por falta de suministro debido a la crisis climática, aislamiento, instituciones y COVID-19.
Además, la falta de regulación laboral y la facilidad de contratar y explotar mano de obra barata lo convierten en un blanco fácil para grandes multinacionales textiles como H&M, que posee varios proveedores en la zona. El descontento social por los bajos salarios y el retraso en los pagos en el sector tampoco ayudan a mejorar las expectativas del país en los próximos años.